Hoy comienza la cuarta década. Tengo unas ganas enormes de hacer cambios en la trayectoria en la que me encuentro. Veo mi futuro por el cañón de una escopeta. Bendito el retorno de Saturno. Es tiempo de escuchar mi voz interior, de no desperdiciar esa tolerancia al riesgo que trae la juventud. Es tiempo de pausar y reflexionar. Quizâs viajar por un rato, o cambiar de carrera, moverme a otro continente, iniciar nuevos proyectos, aprender una nueva lengua, hacer nuevos amigos, o descubrir nuevas pasiones. El reloj se acelera y me reuso vivir una vida de potencial desperdiciado. Le temo a la mediocridad. Le temo a la complacencia aprendida. Le temo a la blandeza de la aceptación. Me reuso a la conformidad que trae la paz interna y equanimidad.
Si el objetivo de esta existencia es de encontrar paz rumbo a la santidad y liberación del mundo terrenal —qué aburrido. La iluminación espiritual apaga la flama de la pasión. Hay mucha riqueza en la realidad por descubrir y compartir.
Cualquier novela o historia requiere de personajes imperfectos con personalidades defectuosas para hacerla interesante.
Una vida sin (drama) no vale la pena vivirla. Por alguna razón Sócrates, el sabio de los sabios, eligió ser el tabano social de Atenas.
Bienvenido sea la abundancia, drama, e intriga.